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CREACIÓN Y EVOLUCIÓN IV

Cuarta Parte
Una cosmovisión Creación-Evolución

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Para volver a primera parte

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Con estos presupuestos, partiendo desde Génesis 1, 1 (“En el principio Dios creó el cielo y la tierra”) como marco de referencia y según la Teoría científica del origen del universo, Dios crea una Singularidad, es decir que la materia, la energía, el tiempo y el espacio (y las cuatro fuerzas de la naturaleza) eran una sola cosa muchísimo más pequeña que un protón. Pero ¿qué existía antes de que fuese creado esta singularidad?

Desde la fe, absolutamente nada. Desde una teoría o hipótesis científica Stephen Hawking (uno de los científicos más brillantes de la segunda mitad del siglo XX e inicios del XXI) nos da una respuesta filosófica-científica. Asegura él en un documental que, “como el tiempo mismo surgió en el momento del Big Bang es un acontecimiento que no puede haber sido causado o creado por nadie ni por nada. Finalmente encontramos algo que no tiene una causa, porque no existía un tiempo en el que pudiera existir una causa. Para mí esto significa que no existe la posibilidad de un creador, porque no hay un tiempo en el que pueda haber existido un creador”.

Como lo puedo ver e interpretar Hawking tiene un concepto de Dios confuso y totalmente errado al visualizarlo como un ente atrapado y regido por el tiempo. De Dios ser un ente temporal Hawking tendría razón al afirmar “que no existe la posibilidad de un creador, porque no hay un tiempo en el que pueda haber existido un creador”. De Dios ser un ente temporal (que se rige y es regido por el tiempo) NO existiría ni él ni el universo. Pero como Dios no es un ente temporal, sino que él mismo es la Eternidad, tal argumentación es ilógica e irracional. Como Dios es la Eternidad, que existe desde siempre, al crear esta dimensión física crea y da origen también al tiempo.

Lo importante e interesante de la teoría de Hawking es que, al parecer resuelve un problema científico y filosófico sobre el origen de la materia, pues queriendo negar la existencia de una causa para el origen del universo, destruye con ello cualquier teoría o hipótesis que pretenda enseñar una forma de “eternidad” para la materia, como sería la del universo cíclico. Y, como asegura él que “el tiempo mismo surgió en el momento del Big Bang es un acontecimiento que no puede haber sido causado o creado por nadie ni por nada”, concluimos que el Big Bang no pudo en absoluto generarse por sí mismo, pues no existiendo nada que causara tal evento (ni siquiera el "vacío" que se han inventado y que confunden con la nada para asegurar que de él surge el universo ¡¿?!), por toda la eternidad el universo no hubiese podido iniciar un proceso de evolución “porque no existía un tiempo en el que pudiera existir una causa” que diera inicio a la expansión del universo.

Ahora bien, dejándonos llevar por esta teoría y según la sana filosofía que asegura que los entes físicos no pueden ser eternos ni infinitos, por el elemento que niega -sin origen, sin principio y sin fin-, tal ausencia niega la existencia de tales entes o seres (es decir, un ser por el hecho de ser contingente que no posea principio u origen, esta ausencia de un principio o un fin niega su existencia. Si no tuvo principio no puede existir hoy. Luego todo ser contingente que hoy existe es un ser finito, limitado, que tuvo un origen en el tiempo). Y como la sana filosofía también nos asegura que lo que no existe, por el simple hecho de no existir, no puede, es absolutamente imposible que se dé a sí mismo el ser y el existir. Luego como la singularidad antes del Big Bang no puede ser eterno ni haberse dado a sí mismo el ser, tuvo que haber sido creado por una Causa que es en sí mismo eterno. Por consiguiente, lo que la ciencia jamás podrá resolver, por ser un evento ocurrido en un pasado remoto y fuera del campo de observación, la fe y la Biblia nos da la respuesta. ¿Esto quiere decir que, en esta área de los orígenes, la ciencia agotó todo su conocimiento y, por consiguiente el asunto está resuelto por lo que, no podemos esperar más de la ciencia? Desde la fe, el asunto está resuelto, no hay nada más que buscar. Desde el conocimiento científico todavía hay mucho camino que recorrer, explicar y aclarar.

La Biblia nos enseña que, “Dios dijo: «Haya luz», y hubo luz” (Gén. 1, 3). Y he aquí que una gran explosión ¿o simplemente expansión? inunda con su resplandor lo que antes no existía. Volviendo a la teoría de Hawking, ante la ausencia absoluta del tiempo antes del Big Bang, no habiendo o existiendo una causa es absolutamente imposible que se hubiese iniciado tal evento. ¿Cómo da inicio un tiempo inexistente y con él el movimiento si no existía una causa que pusiese en marcha tal acontecimiento? Dirán algunos de modo irreflexivo e irracional, «por medio del azar o la casualidad». Pero ¿cómo, si no existían -ni existen-? Yo creo que en el instante en que Dios crea la singularidad, por otro acto externo de su voluntad da comienzo la expansión del universo y, con ello, la evolución de la materia de lo menos perfecto a lo más perfecto.

Es así como da inicio una Historia que dura hasta hoy y continuará hasta la desaparición total del universo. Pero ante las enormes probabilidades de caos durante el inicio de la expansión del universo, la historia pudo haber sido con toda facilidad muy diferente a lo que es hoy.

Tanto es así que, “en años recientes, se ha vuelto evidente que todo nuestro universo está «muy afinado»; que muchas de sus características necesitan tener justo el valor que tienen a fin de que exista la vida. Pequeños cambios en la potencia de cualquiera de las cuatro fuerzas básicas, la velocidad de expansión del universo, o el carácter de elementos atómicos específicos se traduciría en un universo sin vida. Debido a la improbabilidad de que todas estas cosas pudieran ocurrir por casualidad, los ateos han tenido que acudir por último a la suposición de que existen otros innumerables universos a fin de hacer parecer plausible que debe haber uno sólo como el nuestro si no hay un Diseñador” (Robert C. Newman. «Tres puntos de vista sobre la Creación y la Evolución» Ed. Vida. 2009).

En el primer segundo del Big Bang se forman los quarks y leptones, las primeras partículas básicas para la formación de los protones, neutrones y electrones. Pero ¿quién le dijo a la materia o sustancia que ella tenía que adoptar tal estado con sus respectivas características y con determinada masa -ni más ni menos-? ¡Oh, sí! “Por pura casualidad la materia desarrolla por sí misma unas leyes o fuerzas que la van a ayudar a decidir lo que va a hacer y cómo actuar en determinadas circunstancias”, asegurará el ateo y científico materialista. Creo que ésta sería una respuesta muy simplista, irracional y anti-científica puesto que no resuelve de modo científico ni racional lo que realmente aconteció en el principio, sino lo que se quiere justificar en el momento actual que es la defensa del naturalismo. Si yo fuera naturalista apoyaría y defendería la idea de que dichas leyes y fuerzas que dirigirán y gobernarán la naturaleza ya estaban incluidas en el paquete de un universo sin causa, sin más preguntas ni reflexión profunda de cómo y por qué estaban ahí, sino que, simplemente estaban. Pero como soy creyente teísta y como la razón, la lógica y el sentido común (necesarios para una investigación científica seria) me dicen que las cosas no son así porque sí (esto sería el azar y la casualidad, un "porque sí" disfrazado), sino que tienen una causa y un propósito (aunque en ocasiones aparenten no tenerlas) estoy completamente seguro por fe, que dichas leyes y fuerzas que rigen el orden y evolución de la naturaleza no pudieron surgir solas (así porque sí), sino por la intervención de un Ente externo al mundo físico: Dios.

Pero no solamente la materia se constituye en quarks y leptones (y en otras partículas básicas), sino que, para formar los protones y neutrones (constituyentes básicos de los átomos), los quarks se unen en trío. Pero ¿quién les dijo que tiene que ser en trío y no dos o cuatro u ocho, o en forma variable en la que, por ejemplo un protón se formara de dos quarks, otro de cuatro o de diez? Oh sí, gracias a las fuerzas y leyes de la naturaleza, que no se sabe cómo un ente sin causa (como asegura el naturalista) las adquirió.

Pero sigamos. Dijo Dios, que haya un firmamento y luceros en ese firmamento (Génesis 1, 6-8.14-19). Nuestra historia cósmica continúa desarrollándose sin mayores consecuencias, a pesar de las innumerables posibilidades de caos, hacia la construcción de átomos ligeros (Hidrógeno 75% y Helio 25% y algún rastro de material pesado), y estos a condensarse en nubes de gas con el que se forman la primera generación de estrellas y, con ellas las primeras galaxias. Pero ¿por qué no a condensarse en agujeros negros en grandes cantidades (masivos y super-masivos) ante la enorme cantidad de materia acumulada en los comienzos del Big Bang?

Con las estrellas Dios, valiéndose de las leyes o fuerzas por él establecidas y de modo natural iba creando nuevos elementos más pesados (del hidrógeno al helio, al carbón, al hierro).

Pero sucede que una estrella normal no puede crear elementos más pesados que el hierro, luego es requerido un mecanismo que genere mucha más energía para ello. He aquí que entra en función las estrellas cuyas masas solares multiplican la de nuestro sol desde varias unidades hasta decenas de veces (como las de Tipo O y B entre las que se distinguen las Wolf-Rayet) produciendo energía lumínica cientos, miles y hasta varios millones de veces la de nuestra estrella el Sol. Pero no solamente que las multiplique, sino que en su proceso y evolución cree un mecanismo capaz de general la suficiente energía para la construcción de dichos elementos más pesados que el hierro. Es aquí que entran en función las novas, supernovas e hipernovas, es decir, estrellas que al explotar generan tanta energía que, en el material expulsado se forman los materiales más pesados y cuya luminosidad puede ser de miles y decenas de miles de millones de veces la de nuestro sol, dejando como residuo una estrella de protones también conocida como pulsar, o un agujero negro.

Con los elementos pesados de las primeras generaciones de estrellas tenemos los materiales necesarios para la construcción de estrellas con sus respectivos satélites o planetas.

Y dijo Dios, que haya agua, vegetación y diversas formas de vida y que se propaguen. Y así fue (Génesis 1, 9-13.20-25).

En los últimos años se han descubierto varios miles de exoplanetas, es decir, planetas orbitando otras estrellas. De estas se han identificado planetas tipo Tierra, es decir, cuyas condiciones y ubicación son apropiadas para albergar vida.

Los científicos materialistas y ateos en general están empeñados en descubrir y evidenciar la existencia de vida, de ser posible en todos ellos (aun formas de vida basadas en el silicio por ejemplo, y no necesariamente el carbón como ocurre con los seres vivos de la Tierra) para así poder argumentar que, si la vida es tan común en el universo, ella se genera de modo tan natural que ya no haría falta un creador.

Luego la búsqueda de vida extraterrestre no sería científica, sino filosófica. Y así, de modo tan simplista pretenden quitarse de encima una entidad fuera del orden físico que, desde la perspectiva cristiana, les estorba y les molesta la conciencia para poder mantener así un estado de vida materialista que no les cuestione y ante el cual no tengan que rendir cuentas. Pero sucede que ese mismo argumento, desde mi posición cristiana y católica, me sirve de un poderoso argumento a favor de la infinita y generosa fertilidad de Dios que, de existir tanta y tan variada formas de vida, como esperan hallar en el universo, ello es fruto de un acto no por necesidad, sino infinitamente libre del Amor.

Y dijo Dios, hagamos al hombre y a la mujer a nuestra imagen y semejanza (Génesis 1, 26-31). Y así Dios iba guiando el proceso de evolución de la vida, desde su más remoto origen desde la Tierra (o fuera de ella como la hipótesis de la panspermia) hasta las formas de vida actuales. Y todo ello con un propósito, la creación del ser Humano.

En todo este proceso desde la singularidad hasta lo que es hoy el universo, el ser humano se ha empeñado en investigar y estudiar para conocer el funcionamiento y la razón de ser de todo cuanto existe. Y de hecho se han hecho grandes progresos en esta línea de conocimiento, pero aún queda muchísimo por recorrer.

Lo que yo pretendo en este trabajo es ofrecer una cosmología que no tiene porqué estar basada en el naturalismo o materialismo, sino que la ciencia, manteniendo su campo de estudio y conocimiento natural, no tenga porqué excluir la fe como si fuese algo ajeno al conocimiento humano. Claro, reconozco que todo este trabajo aquí presentado tiene sus lagunas y sus muchas interrogantes que resolver, pero sé y estoy seguro que ayudará a muchos creyentes que, en diversas circunstancias se les cuestiona su fe en un Dios Creador, y cómo esta fe puede armonizarse con los datos ciertos de la ciencia que aparentemente contradice lo que se ha interpretado de los primeros capítulos del Génesis.

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