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CREACIÓN Y EVOLUCIÓN I

Desde otra perspectiva
Por: Gerardo Cartagena Crespo




Aunque la Teoría de la Evolución bien entendida y la del Big Bang no afectan en nada la fe de la Iglesia Católica, los ataques de ateos contra la cosmovisión de ciertos grupos de creacionistas sí le afecta, puesto que dichos ataques son generalizados, pues van dirigidos contra todos los creyentes admitan o no dichas teorías.


Nota. Como ya he mencionado en otros artículos relacionados, pero aquí lo repito para quienes aún no lo han leído, el propósito de este artículo no es convencer a los que no quieren creer, pues para quien no quiere ni le interesa creer en Dios no existe argumento que lo convenza por más evidente que éste sea. Como me dijo un ateo: "Gerardo, yo no creo en Dios; y si Jesucristo se apareciera ahora mismo lo rechazaría y despreciaría"; y otro: "yo soy así, y ni Dios me puede cambiar". Luego no es posible ni existe argumento para este tipo de increencia. Lo que he de presentar aquí es para que el creyente católico conozca y entienda que la fe no es algo que se fundamenta en el vacío, ni se apoya en cuentos de hadas (como acusan y juzgan los no creyentes), sino que, a pesar de la parte oscura de la fe (pues si ésta fuese evidente como se evidencia en un laboratorio y que los no creyentes exigen que así debería ser, ya NO sería fe ni sería meritoria) ésta también se apoya en la razón aunque iluminada por la gracia. Por eso, por vía de razón, tanto en filosofía como en teología se puede indagar en aquello que la ciencia no puede acceder pues no forma parte de su campo de estudio. Y por eso este articulo va dirigido prioritariamente a los creyentes que quieran dar respuestas racionales de su fe para quienes se la pidan o a quienes pretendan que el cristianismo se basa en fábulas y mitos.


Introducción

El debate entre creación y evolución podemos decir que da inicio a mediados del siglo XIX, cuando Charles Darwin dio a conocer sus estudios y conclusiones sobre el origen y evolución de las especies.

Según el conocimiento científico iba progresando, sobre todo en el campo de la astronomía y la geología, no tardó mucho para que algunos intelectuales comenzaran a utilizarlo como una poderosa arma contra la religión. De aquí que algunos ateos se hayan atrevido a afirmar que, «la evolución ha hecho el mundo seguro para los ateos». Y no es que la evolución haya hecho que los ateos se sientan más seguros y confiados, ni que la ciencia contradiga realmente las verdades de fe, sino la manera como se ha asumido y manejado tales conocimientos por ambos sectores.

Ahora bien, hay creyentes que rechazan la Teoría de la Evolución y dan razones convincentes para ello, y así: “hay un motivo para la actual super-creencia en la evolución: Ésta funciona como un mito para los secularistas. Por mito no quiero decir algo falso, aunque creo que la evolución es eso, sino más bien una historia de quiénes somos y cómo llegamos aquí que sirve como una guía para la vida. El evolucionista Richard Dawkins dice que la evolución hizo que el mundo fuera seguro para los ateos porque supuestamente suprimió el argumento del diseño a favor de la existencia de Dios. En la escuela de grado tuve una vez un profesor que decía que la evolución era un punto de vista que él aceptaba de manera religiosa, porque ella implicaba que él podía hacer lo que quisiera. ¿Por qué? El profesor continuó diciendo que, dado que no hay Dios y que llegamos aquí gracias a la evolución, no hay un propósito fijo para la vida que se nos haya dado, ni un bien ni un mal objetivo, ni un castigo después de la muerte, de manera que podía vivir para sí mismo en esta vida de la manera que él quisiera.

»El asesino en serie Jeffrey Dahmer hizo la misma declaración en la televisión nacional. Dahmer dijo que la evolución naturalista implicaba que todos habíamos salido del polvo y al polvo volveríamos. Así que ¿por qué resistiría él las profundas tendencias de matar que sentía, dado que no tenemos un propósito ni un valor objetivo y que no hay castigo después de la muerte? No planteo aquí que los secularistas no puedan encontrar motivos para un propósito ni unos valores objetivos en su cosmovisión naturalista, aunque creo que ése es el caso. Sólo que la evolución funciona como un mito egoísta para muchos intelectuales que han hecho algo absoluto de la libertad, entendida como el derecho de hacer cualquier cosa que yo quiera. Los naturalistas filosóficos quieren que la evolución sea cierta porque esta provee justificación para los estilos de vida que prefieren” (J. P. Moreland. «Tres puntos de vista sobre la Creación y la Evolución» Ed. Vida. 2009).

Entiendo que la conclusión y afirmación aceptada y defendida por los evolucionistas naturalistas (y demás filosofías afines) hacia un materialismo ateo e irreligioso está mal enfocada. (Cuando hablo de evolución naturalista me refiero a un evolucionismo ateo y materialista que niega la existencia e intervención de un Creador. Este pensamiento filosófico excluye toda referencia a lo sobrenatural por la simple imposibilidad, dicen ellos, de ser comprobado ya sea por el método científico, la experiencia o la razón. Esta diferencia es necesaria puesto que habemos teístas que admitimos como muy probable la Teoría de la Evolución, aunque con enfoques diferentes en la manera de interpretar dicha Teoría). Utilizar las ciencias naturales y físicas para negar la existencia de Dios, como si lo sobrenatural formara parte de su campo de estudio, es ilógico e irracional. Y más aún si tal negación de la existencia de Dios y la utilización de la ciencia es base para defender un estilo de vida. Ahora, esto no quita que el ser humano, utilizando las verdades científicas y teorías más probables a modo de argumentos convergentes y convincentes, pueda llegar racionalmente a entrever la realidad y existencia de un Ente espiritual más allá de los entes físicos y fuera del tiempo y el espacio. De igual manera, el ateo y materialista podrá alegar poseer argumentos convergentes y convincentes que nieguen la existencia de Dios. Esta sería, a mi mayor entender, una actitud válida, lógica y razonable en un debate creacionismo-evolucionismo. Ahora bien, entre el que ha puesto su confianza en la existencia de un Creador y el que ha puesto su confianza en el naturalismo, los argumentos a favor del creyente teísta, como veremos a continuación, son abrumadoramente más convincentes que las del naturalista.

Es por ello que en este tratado, desde otra perspectiva, intentaremos ver y argumentar si realmente existe o no contradicción *entre fe y razón, *entre teología y ciencia, *entre las verdades contenidas en la naturaleza y que la ciencia ha descubierto y estudia, y las verdades bíblicas y teológicas, en este caso las concernientes a la creación.

La visión, conocimiento e interpretación que se tiene hoy en día de lo que es el concepto de Creación y la Teoría de la Evolución pudiera no reconciliar los seis puntos arriba mencionados, los cuales dividiré en tres bloques o tópicos. Sólo debemos tener muy en cuenta que el conocimiento de Dios por parte del ser humano y el modo por el que Dios se revela, no podemos limitarlo a una sola y única fuente como sería el de la Divina Revelación, sino que Dios, que quiere que todos los seres humanos se salven y lleguen al pleno conocimiento de la verdad (1Timoteo 2, 4), en su infinita libertad, se ha valido y se vale de varias maneras o vías para darse a conocer. En nosotros está si queremos escuchar, conocer y responder a esa Su revelación e invitación.


Primera parte
Métodos o modos del conocimiento

Los siguientes conceptos son métodos o modos del conocimiento humando que le ayudan a conocer y entender realidades físicas y espirituales o sobrenaturales. Las realidades físicas (que son la naturaleza o el universo) son aquellos entes o seres que la razón humana puede investigar, estudiar y conocer por medio del método científico, o conocer por medio de la experiencia.

La fe es un conocimiento más personal por el que el ser humano conoce y confía en aquellas realidades que, por ser espirituales, están fuera del campo de investigación de las ciencias naturales y físicas; pero ello no excluye que la razón intervenga en la experiencia y conocimiento de la fe, pues sin la razón el ser humano no podría dirigir su mirada a lo trascendente, a lo que está más alla del ámbito material.


1. Fe y Razón.

En un debate entre un creyente y un no creyente, el creyente debe tener claro estos conceptos.

a. Fe. Según el “Diccionario del Cristianismo”: (Del latín fidere, tener confianza). Respuesta del hombre a las iniciativas de Dios. La fe es la fuente de toda la vida cristiana. En la Biblia, el vocabulario hebraico de la fe tiene dos dominantes: "Aman", que evoca la solidez y la seguridad (de ahí Amen: atestamento que eso es verdad, que es sólido) y "Batah", que evoca la confianza. Los traductores griegos, que no disponían de voces adecuadas, utilizaron en sus traducciones varias series de palabras, algunas de las cuales evocan el conocimiento, y otras la adhesión y la confianza.

Esto señala que hay dos polos, o dos aspectos de la fe: 1º) la fe como adhesión, la fe como confianza, la que se fía de la persona que revela (entonces se la llama también conversión, porque por la adhesión opera un cambio en el que cree); 2º) la fe como conocimiento y como iluminación, que proporciona conocimiento y la luz al alma comprometida en la palabra de Dios y en su promesa. La carta a los Hebreos llama a los creyentes los que han gustado la buena palabra de Dios (6, 5), y en otro lugar llama a la fe la garantía de los bienes que se esperan, la prueba de las realidades que no se ven (11, 1).

En la fe cristiana, dice el comentario de la Biblia de Jerusalén edición Latinoamericana...

*“el hombre renuncia a apoyarse en sí mismo para abandonarse a la palabra y poder de aquel en quien cree, Mateo 21, 25.32.

*Jesús la exige siempre, Mateo 9, 2.22; 15, 28; etc.; Marcos 1, 15; etc.

*Ella es la que descubre el sentido de los milagros, Mateo 8ss.

*Muchos la rechazan, Mateo 8, 10; Lucas 18, 8,

*y los discípulos son tardos en creer, Mateo 8, 26; 17, 20; 28, 17; Marcos 16, 11-14; Lucas 24, 11.

*Pero es la primera condición indispensable de la salvación, Mateo 9, 2; Marcos 16, 16; Lucas 8, 12; Hechos 3, 16; etc. Ver Juan 3, 12ss; Romanos 1, 16ss.”

De aquí que la fe no es resultado de lo que la ciencia pueda decir o investigar ya como algo cierto, muy probable o simplemente probable o falso, sino del llamado de Dios por medio de su gracia y la correspondencia del que es llamado.

Los ateos para contraponer fe y razón indican que la fe, como no puede demostrarse del mismo modo que puede ser demostrado un ente físico, indican que tal acto es irracional, fantasioso y denota atraso intelectual. Este modo de pensar y de juzgar ateo no está de acuerdo con la realidad y sí denota un terrible y absurdo prejuicio, pues sabemos que casi todo el conocimiento que adquirimos (por medio de la escuela o colegio, institutos o universidades, medios de comunicación, internet...) lo aceptamos por fe humana, es decir, asentimos aquello que se nos ha transmitido como cierto (por una autoridad humana y que esta autoridad nos consta ser veraz) o por lo menos muy probable, y ello sin haber hecho la debida investigación que lo confirme (en cada caso por lo imposible o muy dificultoso de ser corroborado experimentalmente).

Es así que, la fe sobrenatural (que viene de Dios) y la fe humana comparten algo en común, y es asentir y confiar en que lo que se nos ha transmitido es cierto aunque no sea posible verificarlo, ya porque está del todo fuera de nuestro alcance y posibilidades (tal conocimiento de los entes y causas físicas), o que éste (el objeto de la fe sobrenatural) no es parte ni objeto de las ciencias naturales, sino de la teología y la filosofía por medio de la cual se puede acceder racionalmente.

Luego razonar y juzgar que la fe no es razonable se incurre en un acto irracional, ilógico y fuera de la realidad. El tal desconoce o intenta desconocer lo que es la fe.


b. Razón. Según el “Diccionario del Cristianismo”: «(Del latín ratio, derivado de reri, contar, luego juzgar.) La razón es el modo de pensar propio del hombre, ya se la compare con el animal (el hombre es un animal racional), o con las inteligencias puramente intuitivas de los espíritus puros, de los ángeles (la inteligencia humana es una razón, procede por inducciones, deducciones, etc).»

De aquí que ni Dios ni los espíritus puros creados sean seres racionales, pues no necesitan el procedimiento propio de la razón para conocer: Dios posee en sí mismo y de modo absoluto y de una sola vez todo el conocimiento, de aquí que Dios no necesita pensar. El pensar requiere pasar de una imagen o concepto a otro y ello requiere tiempo que en Dios sería una imperfección. Por eso cuando en la Biblia se dice que Dios se arrepiente o cambia de parecer hay que interpretar tal acción dentro del género literario (antropomorfismo - otorgar cualidades, sentimientos, sexo y miembros humanos a Dios - cosas de las que él carece en absoluto). Para quien desee un conocimiento más profundo de la naturaleza de Dios: 




Los espíritus puros creados (entre ellos los ángeles) su modo de conocer es por intuición; lo que conocen lo conocen y lo entienden al instante sin necesidad de razonarlo; y lo que conocen pueden libremente aceptarlo o rechazarlo (no en su verdad, pues no pueden mentir, sino en su contenido debido a que tal conocimiento se da con todos los elementos de juicio: favorables y desfavorables a la misma vez), de aquí que su aceptación o rechazo es definitivo, para siempre, pues en ellos no existe la imperfección de lo voluble propio del ser humano a quien, en x conocimiento los elementos de juicio, favorables y desfavorables, son limitados; de donde se sigue que el ser humano para llegar a un juicio lo más acertado posible debe utilizar el razonamiento.

»Razonamiento: a. Serie de conceptos encaminados a demostrar algo (pueden ser pruebas o evidencias intelectuales o físicas, como por ejemplo, toda la argumentación de la que me sirvo en este trabajo para demostrar mi punto de vista). b. Operación mental gracias a la cual, a partir de juicios dados, se obtiene un juicio nuevo. c. Procedimiento característico del proceso intelectual de la razón, en cuanto inteligencia del hombre, es eminentemente útil para la enseñanza, puesto que explicita los pasos del pensamiento que conducen a un enunciado cualquiera.

Gracias a la razón es que el ser humano ha podido crear y desarrollar los diversos campos de la ciencia, y conocer e ir entendiendo cómo actúa y se desarrolla la naturaleza.

Por la razón, de un modo análogo a la fe, es que el hombre se adhiere, confía y asegura ser verdad las conclusiones, juicios y afirmaciones basados en experiencias personales, el método científico y la autoridad de otros. Si entendemos esta verdad, podemos responder adecuada y correctamente al siguiente cuestionamiento: ¿Podrá el ser humano conocer, aunque imperfectamente, la realidad y existencia de lo trascendente y sobrenatural por la simple razón?

Los agnósticos aseguran que es imposible llegar a un conocimiento de realidades que escapan o van más allá de la naturaleza física. Si de hecho Dios existiera, dicen, no hay manera de saberlo.

Luego si no es posible el conocimiento racional de Dios y, por consiguiente del más allá, ¿hubiese podido el ser humano desde su más remota prehistoria haber concebido la creencia de una vida después de la muerte, como ha sido científicamente demostrado ser cierto tal concepción por parte de los primeros seres humanos? Sin esa posibilidad, como aseguran los agnósticos y ateos que no creen en tal existencia, ¿hubiesen podido todos los pueblos, tribus, civilizaciones desarrollar toda una filosofía religiosa basado en la supervivencia personal después de la muerte y el más allá? Por consiguiente, ¿pueden la fe y la razón ir de la mano en la experiencia y conocimiento para la plena y total realización del ser humano?

Para los incrédulos la fe va en contra de la razón por la imposibilidad de ser científicamente demostrada. Pero es que la fe no es un objeto de estudio desde el punto de vista científico experimental, sino el medio ordinario, como lo es la ciencia en su campo, por el que el creyente asegura ser cierto lo que cree. (Es así que la fe es una forma de ciencia, o sea de conocimiento del espíritu y lo sobrenatural). Además, como ya mencioné más arriba, una enorme cantidad de nuestros conocimientos de realidades físicas se basan no en datos científicamente corroborados por nosotros mismos, sino en experiencias personales y en datos suministrados por una autoridad (padres, amigos, profesores, medios de comunicación, libros, revistas, etc.); luego dichos datos los creemos por fe humana que, de hecho, son perfectamente falibles y, a pesar de ser falible tal acto de fe humana, nos fiamos en ellos.

Por eso, cuando los ateos dicen que la fe en Dios creador y su gobierno sobre el mundo es irracional y anti-científico y, por ello, no se puede enseñar en las escuelas un curso sobre una hipótesis o teoría de la Creación o Creacionismo-evolutivo por el que se argumente que la Evolución es regida no por el azar y la casualidad, sino por el gobierno de Dios en la naturaleza para crear nuevas especies, al lado de lo que sería una evolución naturalista, dan a demostrar una actitud prejuiciada y de rechazo a un modo auténtico, viable y razonable del conocimiento humano.

Y así como la ciencia en su campo puede llevarnos a la confirmación de un dato de fe humano, la experiencia personal de la vida espiritual, para los que hemos puesto nuestra confianza en el Dios vivo y verdadero, y la Teología nos pueden suministrar luz sobre aquello que creemos por fe. Y es un dato de fe que quien voluntariamente no quiere creer, por más argumentos se le presente a favor del Trascendente, lo va a rechazar. «Yo soy así, y ni Dios me puede cambiar» «Yo no creo en Dios. Y si Jesucristo se apareciera ahora mismo, lo despreciaría y rechazaría» «Yo creo en Dios a mi manera». Son expresiones que yo mismo he escuchado de no creyentes o de personas cuyo modo de creer es por conveniencia, que dan testimonio de esta terrible y lamentable realidad. Quien por soberbia rechaza a Dios, Dios se le resistirá; quien humildemente le busca, tarde o temprano Dios se le manifestará.

Luego los que rechazan la fe en lo sobrenatural, también están propensos a rechazar la razón en aquello que les mostrara alguna luz sobre la realidad de Dios. Por eso este trabajo, más que para los ateos e incrédulos en general, va dirigido a los creyentes que, en esta sociedad materialista, pagana y atea, requieren de argumentos convergentes y convincentes para confirmar su fe desde un punto de vista o enfoque racional.

Teniendo esto en cuenta es así que la fe me da seguridad, confianza de que, todo cuanto creo como doctrina oficial de la Iglesia es verdad, por lo que la fe me lleva a adherirme a Aquel que se me ha revelado de un modo muy especial en mi vida. Y esta actitud que, para el ateo e incrédulo le resulta ilógica e irracional, desde mi experiencia personal es una respuesta totalmente lógica y racional.

Si en mi experiencia personal, a lo largo de estos más de treinta años de mi proceso de conversión he visto, vivido, sentido de una manera tan real las manifestaciones de Dios en mi vida y en la vida de muchos otros, como se sienten las experiencias de orden físico, y aún más reales, entonces sí sería ilógico e irracional de mi parte rechazar tales experiencias de fe.

Luego es razonable por fe creer que Dios no solamente creó todo cuanto existe y lo mantiene en el existir, sino que aún continúa obrando y gobernando su creación. Luego por fe podemos llegar a un conocimiento racional de Dios por vía de argumentos convergentes y convincentes.

Luego para un creyente y para un científico creyente es válido decir: «Creo por fe que Dios es quien gobierna y es responsable de la evolución, no el azar ni la casualidad». Y esto, aunque no puede ser verificable en el laboratorio (como tampoco lo puede ser el azar y la casualidad) por ser un acto de fe sobrenatural, es lógico y razonable por la misma experiencia de vida de fe.


2. Teología y Ciencia.

Ambas son métodos de estudio en sus respectivos campos. La oposición y contradicción que puedan darse entre ambas no es por defecto intrínseco en ellas, sino por el mal manejo o imperfección de quienes las utilizan. Cuando un teólogo y un científico actúan objetivamente y según verdad, no hallarán contradicción absoluta, pero sí relativa pudiera darse según el enfoque y la manera de interpretar la información.

a. Teología. Según el “Diccionario del Cristianismo”: En el cristianismo antiguo trataba sobre el conocimiento de las cosas divinas en general y ciencia del verdadero Dios. A partir del siglo XII y sobre todo del XIII, en occidente se refiere a la ciencia de Dios que procura reunir sintética y orgánicamente todos los elementos de la fe cristiana, a fin de responder a la exigencia espontánea de la inteligencia, ávida de captarlo todo en la unidad de la luz recibida, a fin de enraizar profundamente la fe en la vida del espíritu humano, y a fin de hacer la fe más comunicable, más capaz de responder a los problemas de los hombres y a sus objeciones, más fecunda en la vida de todos los días y en las relaciones humanas.

La Teología católica, desde los Santas Padres, se ha valido de la filosofía con el fin de entender y explicar, en un lenguaje humano, lo que Dios se ha dignado revelarnos por medio de la Sagrada Escritura y la Tradición Apostólica (2 Tesalonicenses 2,15; 2 Timoteo 2,2). Es así que la Teología, al estudiar las verdades de la fe por medio de la razón, la hace comprensible al entendimiento humano.

b. Ciencia. Es el estudio y el conocimiento sistemático de las leyes y fuerzas verificables en la naturaleza.

Otros autores la definen como: «Modo de conocimiento basado en descripciones comprobables del mundo obtenidas por medio de la interpretación humana de categorías naturales de datos sensoriales observables y reproducibles, obtenidos mediante la interacción con el mundo natural».

»La función de esta definición es limitar de forma adecuada el área de competencia y las implicaciones de la ciencia, de manera que los resultados de la ciencia puedan aceptarse como indicaciones válidas de lo que parece ser el mundo natural. La definición enfatiza que la ciencia no provee la única vía del conocimiento, ofrece descripciones de lo que el mundo parece ser, y no solo explicaciones de lo que el mundo es, es el resultado de la actividad humana, está limitada por elección propia y no a causa de una cosmovisión atea, a categorías naturales para definir el área de aplicabilidad, y comporta la comprobación de las hipótesis humanas por medio de una comparación de los fenómenos en el mundo natural.

»Decir que algo es científico no es decir que algo es absolutamente cierto, sino sólo que sus descripciones se ajustan a este criterio; decir que algo no es científico no es por necesidad decir que ello sea falso, sino sólo que ese entendimiento y conocimiento vienen por la vía de rutas distintas a la científica...” (Richard H. Bube. “Tres puntos de vista sobre la Creación y la Evolución”. Ed. Vida).

De esta realidad se desprende que la definición que dan algunos de la ciencia como la «explicación de todas las cosas» sea totalmente falsa. De aquí que es ilógico e irracional utilizar la ciencia para negar a Dios basándose en la falacia de que la ciencia lo explica todo.

Por consiguiente, ¿será posible un modelo por el que se pueda utilizar ambos métodos de estudio para ser aplicados, por ejemplo en beneficio del ser humano? 

La Teología como principio básico del comportamiento y relaciones humanas (Teología Moral y Doctrina Social de la Iglesia); y la ciencia para una vida saludable (ciencias de la salud) y cómoda (ciencias aplicadas o tecnología). En este sentido la Teología Moral ayudará a crear conciencia en la mente de los agentes de la salud sobre la dignidad de sus pacientes (de esta forma se evitará caer en aberraciones contra la humanidad como el aborto y la eutanasia); y en los individuos, las corporaciones y los gobiernos a hacer buen uso de los medios tecnológicos, especialmente el de las comunicaciones (así se evitará el consumerismo desenfrenado y el individualismo egoísta, y el poder dirigir recursos para ayudar a los más necesitados, sobre todo en países sub- desarrollados).

Luego la actitud de ateos y materialistas para negar la existencia de Dios usando como excusa los males del mundo, el hambre y el sufrimiento es ilógica e irracional e incluso anti-científico si tomamos en cuenta que las causas reales de tales males es el mal uso de la libertad humana y el mal uso de los recursos mundiales que están en manos de unos pocos. Por consiguiente, las causas reales del mal en el mundo no es la ausencia de Dios, sino la ausencia de Dios en el corazón, la mente y la vida de quienes tienen la grave responsabilidad de contribuir en el desarrollo de la humanidad y la sociedad. En la Biblia Dios hace constantes y frecuentes invitaciones y llama al hombre a desarrollar proyectos de vida en veneficio de toda la humanidad sin excepción; la Doctrina Social de la Iglesia Católica provee técnicas, ideas, recomendaciones, etc., para llevar a cabo con éxito tales proyectos y fines. De que el ser humano, en su egoísmo e individualismo no quiera escuchar la voz de Dios, eso no es excusa para negar su existencia y, con ello, nuestra propia responsabilidad.

Lo terrible de todo esto es que, el ateísmo y el materialismo han contribuido enormemente a esta debacle moral y social a nivel mundial.

Desde las universidades y los medios de comunicación el odio contra el cristianismo cada día se siente con mayor fuerza, promoviendo con sus ataques una irreligiosidad tal que ha conducido si no a un ateísmo teórico (que es lo que en realidad busca), sí a un ateísmo práctico: materialismo, individualismo, corrupción en los medios sociales y políticos, aumento en creencias supersticiosas (astrología, espiritismo, adivinación, etc.), criminalidad y violencia en todas sus formas y variantes, pornografía en todas sus formas, etc.

Ante este panorama tan terrible, provocado por la increencia, la irreligiosidad o una religiosidad mal entendida y asumida, los ateos, sobre todo los militantes contra el cristianismo, ilógica e irracionalmente, pretenden utilizar este marco de referencia para negar la existencia de Dios.

Por tal razón hago mías las palabras de Robert C. Newman de que, “como creyente en el Dios de la Biblia, una de mis principales preocupaciones tiene que ver con la influencia que ha tenido en nuestra sociedad la creencia en una evolución atea. Veo que esta creencia ha alentado la tendencia moderna hacia la secularización de nuestra sociedad. Ha llevado a muchos a ignorar a Dios, lo cual ha dado lugar a enormes deformaciones de la vida pública, familiar y privada. Ha socavado las normas morales, las cuales (en un universo con nada más autoritario que la sociedad) a duras penas tienen sanciones más fuertes que: «No dejes que te atrapen»”.

Te recomiendo antes de pasar a la segunda parte, el siguiente fragmento titulado: "La ciencia y la fe cristiana" (duración 34 minutos)



Ver Segunda parte:  Campos de estudio y conocimiento

Contenido:

1. Biblia y Naturaleza


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